Octubre toca su fin y ello supone el cambio horario para adaptarnos al invierno por lo que en la próxima madrugada del sábado 24 al domingo 25 de octubre, cuando sean las 3:00 el reloj se retrasará una hora hasta las 2:00
Sin embargo, este cambio parece ser el último que se producirá ya que la Comisión Europea propuso que el último cambio de hora sea en marzo de 2019, aunque la iniciativa deberá ser votada por los países de la UE. «Los europeos, en mayo de 2019, no van a aplaudirnos si lo seguimos haciendo», dijo Juncker en el debate sobre el estado de Unión el pasado mes de septiembre. Por su parte, el Gobierno español apoya la postura de la UE, aunque todo apunta a que la medida tardará en llevarse a cabo. No obstante, el Ejecutivo ya ha creado una comisión de expertos para estudiar las consecuencias del cambio de hora.
El cambio se empezó a generalizar en 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y ahorrar así electricidad. Esta medida cuenta, sin embargo, con detractores, quienes alegan que tiene efectos perjudiciales sobre la salud humana y animal, ligados a la secreción de melatonina, sustancia que regula el sueño. El año pasado el Parlamento Europeo debatió por primera vez la posibilidad de revisar la normativa comunitaria sobre el cambio horario.
Según algunos estudios, gracias a esta medida los países ahorran entre un 5% y un 10% de energía y electricidad de su consumo total anual. Traducido a dinero, significa muchos millones de euros.
Aunque, en general, el cambio estacional de hora no afecta a nuestra salud, algunas personas sufren algunas perturbaciones en sus ciclos biológicos, y llegan a notar unos efectos parecidos a los producidos por el conocido “jet lag”. Los efectos más comunes son una influencia negativa en el humor y el estado de ánimo así como en el “reloj corporal”.
En el cambio de horario primavera el efecto sería como si viajásemos hacia el este ya que “perdemos” una hora, y en otoño como si fuésemos hacia el oeste ya que “ganamoss” una hora. Según afirman los expertos, siempre es más complicado aclimatarse al cambio en primavera.
Muchas personas aseguran sufrir cambios en sus patrones de sueño y en su bienestar tales como somnolencia, distimia, astenia, nerviosismo, irritabilidad y cefaleas. También refieren problemas para mantener la atención y molestias digestivas.
A pesar de que según la mayoría de estudios estas variaciones tienen un impacto “leve” en el organismo existe una respuesta individual siendo los niños y los mayores los más afectados. Los lactantes pueden sufrir alteraciones en su alimentación y los niños en edad escolar y los mayores de 50 años pueden tener problemas a la hora de conciliar el sueño.
Los expertos aconsejan realizar el cambio de horario de forma paulatina, para lo cual es bueno empezar a irse antes a la cama tres o cuatro días antes del cambio de hora, no dormir siesta durante unos días, moderar el consumo de alcohol y realizar ejercicio físico moderado.
